Te gusta(ba) tu trabajo.
Tenías ganas de prosperar, de ser realmente bueno o buena en lo tuyo, de dominar el juego. Querías sentirte profesionalmente admirado o admirada, y crear cosas que aportaran valor y valieran la pena.
Querías dejar huella en tu escenario laboral y sentir el
CONTROL DEL BUENO**.
Pero hace tiempo que NO sientes nada remotamente parecido a eso. El ambiente tóxico del trabajo, la sobrecarga perpetua, aquel aumento de sueldo que mereces y llevas un milenio pidiendo (y que no te dan), la presión por hacer más con menos y los horarios imposibles cual cadena perpetua han hecho que no acabes disfrutando ni de tu trabajo, ni de los tuyos, ni de tu día a día.
Y como resultado, te has ido marchitando y metiendo de forma casi imperceptible en la espiral del CONTROL DEL MALO. Y el control del malo, es malo de verdad, porque te desconecta. Porque allí reinan el AGOTAMIENTO, la APATÍA y las ganas de no salir de la cama cuando suena el despertador. Y mucho menos si es Lunes.
**EL CONTROL DEL BUENO va de disfrutar de lo que haces, de sentir que aportas y de llegar a casa con una sensación de satisfacción por un trabajo bien hecho. Va de tener tus recursos mentales y emocionales a disposición. De sentirte ágil. Y también va de disfrutar de tu tiempo libre. Y de tu familia, y de tus amigos. Y de sentirte conectado a la vida.